Una avioneta se estrella en la cabeza de don Benito José Juan María López Aguas Bravas.

El avezado piloto -instructor de vuelo a tiempo completo-, Jeremías Volante, perdió en el brutal impacto contra la cabeza de don Benito José Juan María López Aguas Bravas dos euros con tres céntimos y una muela.

Por su parte, don Benito José Juan María López Aguas Bravas sólo sufrió un pequeño ataque de nervios que le provocó una enorme fiebre la cual hizo que con una locuacidad enloquecida (y diciendo tacos) comenzara un discurso sobre la crisis que aún no ha terminado. (No ha terminado ni la crisis ni el discurso, queremos decir…, porque aquí parece que la gente lee como le sale de la punta el pijo).

Los médicos (diecisiete) están hinchándolo a tranquilizantes..., pero no hay forma, este mamoncete sigue que te sigue con la puta matraca de la crisis de los cajones.

Finalmente todo se ha arreglado.

Buenos días.

Jaunferri

Estos señores acaban de inventar un nuevo color, pero desgraciadamente no saben qué nombre ponerle.

Están hechos polvo. Pero, así, ¡hechos polvo!

Ánimo, almas cándidas.

Id con Dios, hijos míos (¿?)

Juanferri

Hoy, como es hoy, traemos a nuestra pantallita una extensa entrevista con la persona -ya personaje- que acaba de descubrir -ayer por la noche, a eso de las 23:00 h. exactamente- un nuevo continente; éste es: el Continente Americano, y su descubridor: don Cristóbal Colón.

Pregunta:-¿Y a usted por qué le dio por descubrir un continente nuevo, no se ha dado cuanta de que ya hay bastantes? Respuesta (De C. Colón, se entiende): -Hombre, yo (se excusa, cosa que lo ennoblece, sin duda), yo, yo..., yo no quería, pero como las cosas se dieron como se dieron, no me quedó más remedio... P:-Ahora, así, en frío, ¿no le da vergüenza?, ¡cabezón! R:-Cuando las barbas de tu vecino veas arder, pon las tuyas a remojar -contesta, sin inmutarse y sin venir a cuento, el melón éste.

Al instante, se aleja pensativo rascándose la cabeza y dando pataditas a las piedrecitas que hay por el parquecito. Estamos perplejos. Cae la tarde. Seguimos perplejos. Ya es de noche -noche cerrada-, aúllan los lobos y un escalofrío nos recorre el circuito por el que circulan los coches de caballos. Seguimos perplejos. Amanece, seguimos perplejos. Es mediodía, seguimos aún más perplejos de lo que es normal.

Alguien, en la lejanía, dice -su voz nos llega como el trueno de una tormenta terrible y nos hace temblar de emoción al oír: "¡¡Eh, momias, que ya es la hora de comer y se va a enfriar la sopa!!". Nos miramos los unos a los otros y los otros a los unos, y, como si alguien nos hubiera sacado de un mal sueño -estoy perplejo-, experimentamos una súbita alegría seguida por esos ruidos extraños que hace el estómago cuando hay hambre -los jugos gástricos, creo que les llaman los entendidos en la materia-, y salimos como por arte de magia de nuestra paralizante perplejidad, y nos fuimos a comer corriendo y con los pelos de punta, los ojos fuera de sus orbitas -o sea, desorbitados-, las manos temblorosas, los pies ardiendo, el pescado frito y, y...una duda, sólo una, pero suficiente para que la tetera se pusiera a cantar una bonita balada napolitana.

Una vez deglutidos todos los alimentos, bebido todo el vino y todo el etcétera, comenzó una agradable sobremesa en la que desentonó el ruidazo de un golpe de martillo dado contra la cabeza de Martínez Maciaslolento. -¡No -exclamó Algimiro, mientras hacía la digestión-, no, ése no es Cristóbal Colón! Era la voz del más atrevido de todos los que estábamos intentando hacer esta dichosa entrevista al muy cabezón de don Cristóbal Colón.

El vozarrón de Algimiro, su contundencia, junto con el agresivo sonido del martillazo que recibió Martínez Maciaslolento, nos dejó a todos con las manos heladas y una ballena –de tamaño medio- en la boca.

Continuará…, aunque esto no es del todo todito seguro

Juanferri

Éste, el 325, es el número con el que ha sido agraciado (en exclusiva, sólo para él) Agapito Meneses de Dios.

Agapito Meneses de Dios, de tarantaitantos años y ventrílocuos meses, estaba en el paro.

La noticia de que tan suculento premio le había caído del cielo se la dio su primo Andresín Maulas (también en el paro).

La localidad jinense de Barakaldo en la comunidad Autónoma de Bellido Delfos está, junto con Agapito Meneses de Dios, de enhorabuena porque parece ser -esto es muy confidencial y lo sabe todo Dios-, parece ser, decimos, que esta momia al enterarse de que era multimultimultimultimillonario lo primero que dijo fue: "!Dios Santo, ¿por qué a mí? No, no puede ser, nooo!". Exclamando a continuación: "¡Todo, todo, todooooo pal pueblo. Todo! Yo no quiero nada, nada...,me vale con ver feliz al prójimo, con eso es suficiente para mí". 

Así que, ¡esto es lo que hay!

Buenos días, hermanos

Diego R.